15/4/11

SURI



Como todas las historias esta tiene un inicio, un nudo y un desenlace… y esta es corta en verdad, ¿y saben porque es corta?, porque es muy simple, es la historia de alguien que hizo lo que debía hacer en el momento preciso aun a costa de sus propios miedos.

Hace mucho en un lugar donde los ángeles pasaban de largo y la mirada de Dios no se posaba existió una niña tan especial y única que su valor la convirtió en algo especial, un símbolo, un icono… dicen algunos que conocen la historia que…
En un lugar increíblemente triste, abandonado por todos los reinos donde solo podría existir la maldad y corrupción, vivía una niña, dulce, tierna, amable y muy gentil, era una hermosa flor en medio de un desierto donde las llamas y el pecado arrasaban con la poca bondad que intentaba sobrevivir, ella, suri, encontró la manera de mantenerse alejada de la oscuridad, siempre expectante, siempre distante y muy cautelosa… cuando se escuchaban ruidos cerca del agujero donde vivía se escondía tras la basura de los bares cercanos y nunca salía, ni siquiera echaba un vistazo, su instinto de supervivencia le decía que no podía hacerlo, de intentarlo no se sabe que pasaría, pero ella era inmensamente noble, buena y pura, siempre ayudaba a quien lo necesitase si eso no suponía un riesgo a su vida, era valiente, pero aun así tenía miedo a no vivir lo suficiente como para conocer un lugar distinto… un lugar especial.

Los días eran duros siempre, las noches eran tenebrosas y siempre era así… hasta que un día tan común como cualquier otro llego la madrugada, una noche muy fría, el suelo estaba mojado por la estruendosa lluvia que había azotado durante toda la tarde, solo un oxidado farol permanecía tenuemente encendido en una de las puertas traseras de uno de los más conocidos bares de mala muerte, su luz era apenas perceptible e iluminaba fugazmente el sucio piso mojado, incluso enormes ratas corrían en grupo tras las sobras que tiraban desde las elevadas ventanas de los edificios.

- AH!!! Un grito retumbo de repente en todo el callejón y rompió la aparente calma de la noche, era un gripo de hombre, el tono podía decirlo…

Era un hombre corpulento, suri podía verlo desde donde estaba, espaldas anchas, cabello corto algo rubio, un color canela sucio más bien, y las ropas no podían ser otras que las de un ladrón o un asesino, oscuras, rotas en algunas partes, andrajosas…

- No!... Por favor! …señor... Decía un pequeño niño que tenía agarrado con sus grandes, peludas y gruesas manos…

NO ESCAPARAS RATA ASQUEROSA!!!! Gritaba con mucha rabia el hombre, se veía espesa baba salir por las comisuras de sus labios, los dientes aunque algo blancos estaban manchados de algo que no se podría decir con exactitud que era, los de abajo estaban torcidos y eran puntudos…

Los ojos del hombre estaban muy abiertos… casi se podría decir que brillaban ante las ganas de hacer mal, y suri sentía que algo malo iba a pasar, era muy obvio a decir verdad; aunque siempre había permanecido aparte de cualquier situación riesgosa esta jamás había involucrado a un niño, un niño como ella… y menos por lo que podía ver… ¿hacer? ¿Debería intervenir? Se preguntaba ella en su pequeña mente mientras sus delicadas pero ultrajadas manos agarraban una larga pieza de metal oxidado del sueño…

-Le asustare para que se largue… y si intenta algo le tirare esto- se dijo a si misma mientras tomaba con aun más fuerza la barra, sus manos apenas podían agarrarla pero cuando se logró poner de pie era muy tarde…

El hombre tenía apoyada la mano contra la cara del muchacho mientras la estrellaba contra la pared una y otra vez, este intentaba escapar, se podía adivinar unos cuantos movimientos de sus pequeñas manos sobre los brazos tatuados y peludos de la bestia y mientras de su rostro se desencajaba de la risa con su lengua relamía las gotas que salpicaban sobre el… no pestañeaba… simplemente reía y cada vez lo había más fuerte, entonces el muchacho dejo de moverse, sus pies descalzos y sucios indicaban que era como suri, un niño de la calle, un niño que no tenía a nadie para ayudarle, nadie para cuidarle de que algo como lo que paso llegara a ocurrir…
Suri no podía creerlo, por su rostro una lagrima cayo, sus ojos estaban como platos y la ira la invadió, no actuó a tiempo –es mi culpa- pensó, soy una cobarde murmullo con los dientes apretados y mientras el hombre aun apretaba la cabeza del pequeño contra la pared suri se abalanzó entre las ratas que corrían, los charcos que se iluminaban con el farol oxidado pisando la sangre que corría y se diluía con el agua sucia… cuando el hombre se percató de su presencia ella enterró lo más que pudo la barra en la espalda de aquella bestia peluda.

AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHH!!!!!!!!!!!!!!!!! Grito aquel hombre, AH!!!! Repetía mientras de su boca la baba escapaba con abundante sangre que ahora se unía a la del pequeño en el piso…

TE ARRANCARE LA CABEZA!!!!! … gritaba el hombre que saco de su bolsillo un cuchillo, largo y sucio tenía la hoja molida como si con él hubiera trabajado destrozando partes metálicas… y corrió tras ella… VEN!!! Ven acá!... corrió hasta ella, suri no se movió y mientras la agarraba con las manos llenas de tierra y sangre le decía al oído…

- Te crees muy lista no?, crees que puedes conmigo?...

Suri no podía hablar, estaba convencida que el hombre habría huido por miedo a morir, que no la habría tocado, que simplemente habría corrido y que jamás lo habría vuelto a ver… pero se equivocó, el hombre la tenía ahora a ella y mientras miles de imágenes pasaban por su mente las lágrimas brotaban como un mar pero no decía palabra, ni siquiera gemía del miedo, estaba completamente paralizada… en su mente veía lo que algún día podría haber conocido, la gente que podría haber charlado con ella, las cosas que hubiera probado… y entonces el hombre actuó.
El sucio metal se hundió en la piel blanca, destrozaba la piel la arrancaba y machacaba con fuerza pasaba sin problema hasta tocar el hueso… Suri no sufrió, su cuerpo cayo y su cabeza quedo en manos del hombre que murió poco después a un par de pasos de ambos cuerpos jóvenes en medio de un gran lago de sangre, agua sucia y roedores…

El señor y sus ángeles fueron testigos de tan vil acto, de tan horripilante suceso y sintieron pena, de sus rostros grandes lagrimas cristalinas cayeron a la tierra, dicen algunos que esa misma noche antes de que se enfriaran los cuerpos los ángeles bajaron y tocaron con su gracia a la pequeña niña, que dulce, amable y valiente se transformó en una hermosa fuente de granito, una fuente que corría a ríos agua clara y pura.

¿Y porque una fuente? Dirán muchos… ¿Por qué una insignificante fuente?, ¿Por qué Dios no hizo nada antes de que pasara todo eso?... bueno, Dios ha dado el libre albedrio, nosotros escogemos que hacer, cuando, porque y con quien… por eso el no juzga, ahora ¿Por qué una fuente? ¿Qué mejor símbolo de renacer, tranquilidad, paz, armonía y longevidad que una fuente?, una fuente donde el agua brota eternamente, limpia y purifica lo que toca… el agua es símbolo de pureza, de nacimiento, de nuevos comienzos.

La sakura del ruiseñor



Esta es una historia simple, puede incluso sin moraleja, puede también que sencillamente no sea una historia si no un relato muy corto que diga de todo y no diga nada… es simplemente una colección de palabras orientadas a un sentido, el imaginar algo.

Las mañanas en oriente son frías al inicio y encienden su calor con el permanecer de los rayos del sol, sus paisajes son hermosos y están adornados con finas casas de madera, arreglos florares, casitas para los pájaros y pequeñas fuentes que implican prosperidad, esta es la historia de un ruiseñor, si, un pajarillo pequeño y muy ágil, su hermoso plumaje del pecho color azul palidece con su intrigante cantar, un criatura agradable de ver y escuchar.

Una mañana mientras la familia del ruiseñor unida las alas en el agua de las fuentes en una gran casa con árboles y flores, este observo por primera vez en su corta vida el florecer de los cerezos, primero un botón pequeño sobre delgadas ramitas en los enormes árboles, casi diminuto y luego un poco más grande, con los primeros rayos de sol de enero un poco de blanco rosa se podía entre ver mientras la paciencia que le llevo hasta los cálidos días de marzo le enseño el rosa más puro, el ruiseñor estaba encantado con los cerezos, tanto que imaginaba ser uno de ellos, cierta tarde noto que un gran botón de flor no se había abierto y no pareciera que fuera a hacerlo, le intrigo pero diariamente mientras los demás se batían por la fruta, el agua incluso las más hermosas pajarillas, el solo disfrutaba mirando y saltando de ramita en ramita olfateando las rosadas flores, disfrutaba cada momento de la mañana con ellas… Cierto día unos cuantos meses después de ver florecer por primera vez las sakura, debía emprender el vuelo, cambiaban los climas y debía migrar con su familia, con sus amigos, entonces con gran tristeza se despidió de las hermosas flores, toda la mañana acaricio los petaos con sus pequeñas alas y abrazo el calor del sol con un dulce y muy melancólico canto, imagino que jamás volvería a verlas e intento resignarse.
Esa tarde se emprendía el vuelo, alas tras alas se fueron batiendo rápido y más rápido, en segundos se vieron patitas elevarse y cientos de pajarillos volaron entre las nubes, pero el simplemente no pudo, su familia y amigos le esperaron, intentaron convencer, nuestro ruiseñor no despego, no podía, acurrucado sobre una de las fuentes de aquella casa simplemente cerro sus ojos y mientras que su pequeña mente comprendía que era un error quedarse más su corazón le decía que era lo correcto, que su lugar no era en el cielo si no en la tierra con las flores, con los cerezos.

Su tristeza fue enorme al encontrarse solo, sin familia ni amigos pero tenía un consuelo, el apreciar por un poco más de tiempo las sakura, siempre brillantes y hermosas ante el sol de la mañana y tiernas pero melancólicas junto a los tonos rojos de la tarde pero con el pasar de los días las flores se fueron cerrando, muchas caían delicadamente al suelo incluso algunas en medio de intensas ráfagas de viento volaban muy lejos, pronto no hubo nada que apreciar, solo aquel botón que nunca floreció, parecía agarrase a la ramita del árbol con una fuerza verdadera mente impresionante, entonces el ruiseñor se posó a su lado y le acompaño, día tras día, noche tras noche hasta que el frio era abrazador, había llegado el invierno, pequeños copos de nieve cubrieron rápidamente el suelo y gran parte de los tejados, congelaron el agua de la fuente donde se posaba todos los días en la mañana y se refrescaba.

No había comido, no había bebido y no podía moverse, apenas podía mantener los ojos entre abiertos y en medio de una gran ventisca el botón pareció moverse, con todas sus energías el ruiseñor abrió los ojos lo más que pudo y se mantuvo expectante, sin moverse, solo mirando aquel botón… al acabar la furiosa ventisca y haber perdido toda esperanza, la luz de la luna toco el botón de cerezo y este se abrió liberando un aroma penetrante, su color era distinto, un azul que tomaba tonos en purpura por dentro y hacia afuera un blanco puro que se tornaba hacia las puntas en rosa… el florecimiento de la sakura de luna fue el último regalo de la vida en la noche que murió el ruiseñor.