CLUB DE OFICIALES
Las tarjetas de invitación ya habían sido entregadas a cada uno de los prestigiosos invitados, los manteles estaban relucientes, cada cosa en su lugar, nunca nadie había tocado las copas, nunca nadie había usado los asientos o vajilla, su virginidad intacta esperaba que el roce de su piel le tocara, le hiciera vibrar con inapacible lujuria y desesperado agite, que sus labios tocasen los suyos, y que le contagiasen el soplo de vida que había esperado desde hace ya 5 años.
No era secreto para nadie en la base, que Maria carolina hoyos, de exuberante belleza, con piernas largas como un flamenco , de rozados labios carnosos y suaves como el más fino terciopelo, jamás había sido tocada, mas que por el capitán Martín, que con su fuerte carácter llenaba el vació en el corazón de Carolina , así , fácilmente apaciguaba sus noches de gran tristeza con pasión.
A paso lento la alfombra se lleno de lustrados zapatos negros que reflejaban el ardiente sol de medio día, de uniformes con insignias en forma de estrellas también hermosamente lustradas que hacían pensar que se habían cortado del cielo con una mano divina para ser incrustadas en ellos , los eruditos en el arte de la defensa y el cumplimiento de leyes estaban dispuestos como en un campo de batalla, aunque varios de ellos no sabían siquiera porque se encontraban en el lugar , talvez por solicitud de los agasajados o por una obligación de sociedad, muchos por amistad al capitán no hay que dudarlo. Ya que en la lista de los mas queridos en la base estaba escrito con fuego su nombre .
Tras cada baile la pista se llenaba de alegría y romance , de las manos de martín y carolina se desprendía un luminoso rayo que arrancaba esbozos de ternura a cada invitado , cada corazón como uno , cada alma como un regalo para el otro envueltas en un lazo de inseparable amor sellado en la eternidad con un anillo de piedras carmesí que destellaban a cada paso del muriente sol y naciente noche. La cual no se hizo esperar y con ternura desconcertante pidió el capitán a carolina que le acompañara para tomar un aire, para aliviar el mareo del licor, con paso lento y firme dejaron ir sus cuerpos del bullicio y el tumulto de la gente que ni por un momento noto su ausencia. La brisa de la noche era un somnoliento murmullo que endulzaba el ambiente con un aroma de jazmines y gardenias que se mezclaban con el olor a rosas secas de los arbustos mal cuidados de la orilla de la gran playa dorada que se hacia mágica con la luz de la luna y las estrellas, sintiéndose en goce Martín se funde con carolina en un beso de ternura tal que se podría pensar que el, no era militar y ella no era la mujer fuerte que siempre había sido, cuanto había deseado ella que su fuertes manos le tocaran, cuanto deseo el que ella posara sus manos sobre su pecho desnudo , ella cuanto había esperado por besarle y sentir los suaves vellos en su rostro , y el cuanto había soñado ser el fin de su santa virginidad.
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